El lanzamiento de Windows 10 marcó un hito en la historia de los sistemas operativos. Incluso cuando se afirmó, que “sería la última versión”, no fue una exageración, sino una descripción revolucionaria.
Tanto era así que en la séptima edición del libro Windows Internals, por primera vez Microsoft presentó su estrategia revolucionaria de actualizar Windows a un ritmo diferente, y explicar que ciertamente no irían más allá con el sucesor superado por números.
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Desde allí, cada desafío de Windows 10 se actualizó y se le dieron diferentes perfiles de seguridad.
Desde el principio, parecía una idea clara pero revolucionaria: invitar una y otra vez a versiones diferentes de Windows 10 y no tener sucesor, pero moverse a la perfección terrenal con versiones diferentes que necesiten acceso gratuito a tecnología y controles de seguridad fundamentales.
Sin embargo, los rumores terminaron cobrando importancia cuando algunos informes comenzaron a a circular sobre un “Windows 12” debido a un informe alemán que insinuó que Microsoft regresaría a un ciclo de lanzamiento trienal.
Luego, sin embargo, se publicó un informe sobre Windows 11 24H2 y de repente comenzaron a llegar más y más a lo que realmente se esperaba, y la posición alcanzó las expectativas elevadas que había fomentado, pero no todo el mundo realmente creía.
Tal vez, la marcha de Panos Panay, pionero del sostenimiento en Microsoft, cambió la hoja de ruta de la compañía, lo que puede haber ajustado sus planes, e incluso quiero decir… lo que se convertirá en la ventana.
Microsoft inicialmente vio a Windows 10 como un pilar permanente, una base sobre la que construirían indefinidamente. Aunque esa percepción ha evolucionado, la esencia de Windows 10 y su impacto en la industria del software perdura….
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